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17/01/2016

La crónica de Luis Macías.

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Un partido en sábado a las 4 de la tarde invita más a la siesta que a ver un partido de fútbol. (Dentro de poco vamos a tener que llevarnos el tupper para poder almorzar en el campo). Y así es como salió ayer el equipo, sesteando, viéndolas venir, replegándose, dejando que el contrario te domine para tú salir con velocidad, y para eso nada mejor que tener un delantero como Kevin Gameiro.

Además el equipo venía de darle un repaso histórico al eterno rival, con la euforia por la nubes, y eso siempre es contraproducente para el siguiente partido.
Pero ya hemos descubierto que no hace falta que sea sábado a las 4 de la tarde para que el equipo juegue así. Es la forma habitual de encarar los partidos de Unai Emery; en las primeras partes, contemporiza, deja pasar el tiempo, y en las segundas partes, eleva la intensidad, domina más. Y para paradojas del propio fútbol, esta táctica le funciona mucho mejor dentro de casa que fuera.
El Málaga salió respondón, más intenso, con más llegada. El Sevilla confiaba su ataque en la velocidad de Gameiro y en las arrancadas de Vitolo. Defensivamente el equipo está más seguro con Cristóforo (qué gran sorpresa el uruguayo) de acompañante de Krychowiak, además de la entrada de Carriço en vez del dubitativo Kolo. Y lo que es el fútbol, cuando el Málaga más presionaba y daba más sensación de peligro, llega una falta que Rami saca en largo sobre Gameiro que gana en velocidad a Welington, se planta solo ante Kameni y lo bate con una vaselina magistral. Acto seguido, sin tiempo a reponerse, una arrancada por la derecha de Vitolo deja solo otra vez a Gameiro que vuelve a batir por alto a Kameni. 2-0 y lo que parecía una primera parte soporífera, se convierte en fiesta.
Sin embargo, en la segunda parte el equipo sale con más intensidad, tiene más llegada, y tres o cuatro ocasiones clarísimas para sentenciar. No lo hace, y es el Málaga el que marca tras el saque de una falta. A esto se une una absurda expulsión de Iborra por doble amarilla, que acababa de salir al campo. Llegan algunos nervios al Sevilla, pero el equipo se siente fuerte en el Sánchez-Pizjuán arropado por su afición, y aguanta hasta el final del partido sin más sobresaltos.
Tres puntos importantísimos que nos hacen mirar para arriba definitivamente, buscando esa ansiada cuarta plaza. Y la pregunta es la siguiente: ¿por qué este mismo sistema no funciona fuera de casa? Cuando jugando al contragolpe deberíamos sacar más puntos fuera de casa que en casa. Los equipos fuera de casa nos esperan, y nos dejan que tomemos nosotros la iniciativa, entonces jugamos un poco a contracorriente. A ver si ahora que jugamos con equipos de mayor entidad: Atlético, Barcelona, Madrid, Valencia… equipos que toman la iniciativa, podemos jugar como le gusta a Emery y dar la sorpresa.
De todas formas, se presenta una segunda vuelta muy ilusionante: Liga, Copa y Uefa. Emery parece que, por fin, va equivocándose menos. A ver si se cumple el dicho: Segundas partes con Emery siempre fueron buenas.

¡VAMOS PARA ARRIBA!

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