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21/04/2016

La crónica de Rafael Rodríguez

Cuando era jovencito y no había triunfos europeos, en primavera, el equipo entraba en liga habitualmente en una fase de desidia y hastío, derivado fundamentalmente del no jugarse nada. Se encontraba en zona relajada de la tabla, sin alcanzar puestos europeos y sin riesgo de descenso. Como aficionado, era un espectáculo muy aburrido.
En esta nueva era triunfante rojiblanca, está sucediendo un fenómeno similar pero motivado por otras cuestiones. Felizmente, en las últimas tres temporadas, accedemos cuanto menos a semifinales europeas sobre estas fechas, y por parte de técnicos y aficionados, se empieza a jerarquizar, y a dar importancia a Europa en detrimento de la liga.

Pero un equipo que aspiraba a querer ser cuarto no puede llegar a esta situación; de los últimos 15 puntos se han obtenido 1, y con rivales flojos. Y eso sin querer hablar de la inoperancia absoluta como visitante, que ya habrá tiempo para ello.
Y todo ocurre en vísperas de un derbi, que a su vez es la antesala de las semifinales europeas, y con el séptimo puesto sin asegurar. Miedo da todo.
Pero por otro lado, la situación real es la que sigue: finalista en copa, semifinalista europeo de momento, y séptimos en liga. A priori es algo positivo, que contentaría a principios de temporada a muchos. Entonces, ¿por qué el descontento? Entiendo que los debates deben ser para final de temporada, y ahora centrarnos en conseguir objetivos de manera unánime.
En cuanto al partido, sinceramente creo que no se mereció perder; se crearon ocasiones, se fallaron y entre otras cosas, de nuevo con un marcador a favor no se supo manejar el partido, como ya ocurriera en Getafe. El rendimiento de determinados jugadores no es el que se esperaba, y don Unai no termina de acertar con la táctica, mostrando el equipo malas transiciones ataque defensa y estados de forma particulares muy lamentables. Impresionante lo fácil que el Sporting atraviesa las lineas defensivas sevillistas y la nulidad atacante sin nuestro ariete Gameiro. Y sorprende nuevamente otro gol al final del partido (¿cuántos van ya?), que viene a señalar la falta de intensidad, oficio y motivación del equipo.
Apretemos los puños, dejemos las críticas para cuando acabe todo y apoyemos al glorioso equipo de Nervión porque nos queda lo mejor, seguro que sí.

¡Viva el Sevilla FC! ¡Viva la PSNS!

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