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El Sevilla FC: regresión a la infancia
28/08/2020

El Sevilla FC: regresión a la infancia

La consecución de la sexta europa league por parte de nuestro equipo del alma, el inequívocamente glorioso Sevilla FC, me ha provocado sensaciones novedosas, incluso a estas alturas de la vida, cuando ya creía que la epopeya europea se había tomado una tregua.

Y es que la última gesta lograda va más allá de la gloria terrenal
del momento, mucho más allá de ese 3-2, infinitamente más allá de esos testarazos de De Jong o de la percepción de un sueño de una noche de verano ; supone una reflexión más amplia, que abarca ya a muchas etapas de la vida; supone una valoración más espiritual, mística, porque el recorrido hacia la gloria celestial es ese precisamente: desde lo material de las copas logradas hacia la eternidad anhelada, no como malamente preconizan otros equipos en sus modus vivendi , al pretender mantenerse altivamente flotando en lo etéreo de una nada prefabricada por ellos, sustentado todo desde unas vitrinas con mucho espacio por ocupar.

Supone por tanto una extraordinaria proeza que para los que pertenecemos a una generación como la mía, convoca a los pensamientos más infantiles, más primigenios que uno pueda tener​ aún en rincones recónditos de la cabeza. Es como si esos
recuerdos futboleros de la infancia salieran de los escondrijos de la memoria que el cerebro dispone, y tras la victoria ante el Inter, gobernaran tu mente, irrumpiendo con fuerza en la inmediatez de tu presente, como un mar embravecido que con cada ola que arroja a la arena de la orilla te hace reverdecer estampas olvidadas de la niñez.

Es la infancia, como no, la protagonista siempre. Ya lo defendía Rilke ( la verdadera patria del hombre es la infancia ). Mi infancia rojiblanca no contemplaba tan espectacular porvenir, con lo que mi patria, mi yo, de manera instintiva, rehúsa a creer que todo esto está sucediendo. Es decir, el viernes 21 de agosto, cuando acabó el partido, la sensación que prevalecía en mí era la de incredulidad, porque mi patria particular está repleta de decepciones. Predominaba por tanto la sensación de ficción sobre la de felicidad. Ya llegará la alegría, pensaba yo, pero a la hora de escribir estas líneas, todavía creo navegar sobre un océano de irrealidad.

La patria sevillista de nuestros hijos es muy distinta, sin embargo. En dicha patria, solo hay victorias, ininterrumpidas clasificaciones europeas, ora Uefa, ora Champions, títulos, finales, alegrías...No ​conocen segundazos, mediocridades, clasificaciones tibias estériles. Cuando nos dirigimos a ellos para felicitarnos mutuamente, vemos en sus rostros el éxtasis, desde luego, pero sus vivencias no contemplan los años 80 y 90, y su apreciación, lógicamente, no es la misma que la nuestra. Creo que nosotros, los padres, cuando obtenemos un título como el del otro día nos acordamos más de las últimas décadas del siglo XX , y la panorámica que por lo menos a mí se me aparece, es más retrospectiva, más melancólica por todo lo que somos, y fuimos.

Y en ese fuimos, ya con los años, inevitablemente te acuerdas de quien ya no está contigo, de quien te empezó a llevar al fútbol, al Sánchez Pizjuán, cuando el sol de la infancia- la Infancia otra vez, la Patria-, y lo echas de menos terriblemente; comentar la victoria, brindar por ella, celebrarlo juntos. Es curioso como las numerosísimas jornadas victoriosas de nuestro equipo hacen aflorar todo tipo de sentimientos y evocaciones, fermosas y al mismo tiempo, dolorosas, y piensas con orgullo que el Sevilla FC forma parte de manera muy vívida de tu biografía. La épica rojiblanca de estos últimos 15 años, además de la maravilla del saberse ganador, ha aportado riqueza sentimental en la continua remembranza.

Y todas estas turbulencias de ideas, evocaciones y sentimientos, me hacen buscar, también de manera instintiva, a los presuntos culpables de esta exitosa realidad. Y por encima de muchos nombres, sobresale uno, el de Monchi, auténtico mago aunque él solo se justifique con trabajo; yo creo que es un Mago de verdad, y lo explico desde una doble vertiente: en primer lugar, en un año especialmente difícil para todos, ha sido designado como rey Baltasar de la cabalgata de Sevilla; y en segundo lugar, lo que ha hecho en nuestro equipo el león de San Fernando es auténtica magia en el sentido más literal de la acepción de la palabra: arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales.

Es claramente un arte lo que ejecuta, ciencia oculta inclusive
para muchos emuladores, pero es que efectivamente, ha
conseguido resultados contrarios a las leyes naturales que rigen el imperio socioeconómico del Fútbol . ¿Cómo se puede explicar lo conseguido sin el concepto de magia? ¿Cómo se ha podido competir con equipos de mastodónticos presupuestos? ¿Y superarlos, cómo se ha podido superar a muchos de estos equipos? No puedes hablar de suerte , no puedes ni mencionar la palabra trampa , como cuando un vecino mío intentó explicarme los éxitos a través de las bolas calientes en los sorteos; solo puedes ​agradecer que el rey Baltasar esté con nosotros practicando Magia, si eres palangana, y si no lo eres, limítate a aplaudir desde la distancia el trabajo de este hombre.

Porque con Monchi, la magia se convierte en un concepto terrenal, no sobrenatural, científico, verídico, cotidiano, donde el trabajo va implícito, por supuesto, pero la ilusión también, y nos permite regresar una y otra vez, como con los magos del circo, a la infancia nunca olvidada y siempre añorada. Gracias, Monchi, por la parte que te corresponde, que es mucha, en esta continua regresión a nuestros primeros años de vida.

El viernes 21 de agosto, estaba solo en mi casa cuando el partido, y quizá por ello, la introspección fue más profunda y la variedad de sensaciones que me acorralaron fue mucho más compleja; me decidí a querer plasmar esas sensaciones por escrito cuando al acabar la final, levanté mi cerveza para brindar apuntando hacia el cielo, para acordarme de todos los que ya no están con nosotros, porque mi equipo, el Sevilla FC, me hace acordarme siempre de ellos. ¡Va por vosotros!

Rafael Rodríguez Matarredona

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