Foto: sevillafc.es

El sábado pasado, a las inclemencias temporales propias de la época y de las tierras gallegas, se les unieron las inclemencias naturales o endógenas que nuestro equipo lleva adheridas como sello propio. Es imposible querer comentar un partido y no acordarse de las deficitarias planificaciones que llevamos sufriendo mínimo desde hace dos años. Porque lo del campo de juego es la consecuencia directa de dichas planificaciones.

Pero yendo al partido, vuelve a sorprender el once titular del entrenador uruguayo, que desde que llegó, y desoyéndose a sí mismo cuando dijo aquello de que iba a aprovechar lo bueno de Mendi, se dedicó a colocar de titulares a jugadores con nombre que no están en forma. De esta manera, quitó a Pedrosa de la titularidad en favor de un Acuña cuyo estado físico no es el de un titular. Otro tanto con Juanlu, según mi criterio. Igualmente, al veterano Ramos, entiende el entrenador que lo debe poner siempre, domingos y miércoles hasta que sus fibras musculares se dañen. Dicho y hecho.

El sábado, en la parte izquierda puso a Torres, un jugador que no ha sido bien ubicado en una posición natural a sus condiciones desde su llegada al Sevilla, bajo mi criterio. Todos sabemos que ahí, este jugador, no resulta operativo. Y lo de que Ratkitic juegue todo, ante la ausencia de un jugador que lo supla, tampoco da resultado.

El encuentro empezó como de costumbre desde la llegada del uruguayo. Nos cogen las espaldas con una facilidad pasmosa, nos crean ocasiones clarísimas y se ponen por delante. A partir de ahí, a base de achuchones desorganizados, se intenta empatar, pero el tema de los delanteros es un lastre que venimos soportando con una estoicidad similar a la de los aficionados de fondo con el solazo de enfrente y con la lluvia. Vukicevic o Ivica Mornar serían titulares en este equipo, tomen buena nota. Solo si aparece Ocampos se vislumbra cierto peligro, con su lucha y juego aéreo. Las sensaciones del primer tiempo son las de una ausencia de planes de juego alarmante.

Tras el segundo tiempo, más de lo mismo. Hace cambios el míster -Pedrosa y Lukebakio- y parece que van a ir de manera más decidida a por el empate, pero el equipo sigue plano y con escasa clarividencia. Tras la expulsión en un jugador vigués, uno piensa que el equipo va a achuchar con todo, pero las primeras ocasiones claras son para los locales, que no marcan de milagro. Una vez En- Nesyri está en el campo – mucho tardó en sacarlo-, y contra un equipo con uno menos, en una jugada de rebote, el marroquí logra empatar casi al final. Llamativa me resultó la reacción de los jugadores tras el tanto: ni un abrazo, ni un salto, ni un grito. Con todo, Pedrosa tiene una última ocasión que podría habernos dado la victoria, aunque el partido termina con una jugada polémica en la que el VAR nos permite irnos con el empate.

Aunque el nuevo entrenador lleve dos ratos, lo que yo he visto desde el primer partido no me convence nada, es más, en ocasiones he echado en falta la táctica simplona de Mendi. Entre otras cosas, este entrenador ha optado febrilmente por las vacas sagradas, para que de forma milagrosa, dado el estado de forma y la edad de muchos de ellos, sean siempre los que ganen los partidos. Eso supone una idea tan improbable como pretender que el 27 realice su recorrido en 20 minutos. Ojalá me equivoque, pero me parece que esta decisión de Orta va a ese su primer gran fracaso en la entidad.

¡Viva la PSNS!¡Viva el Sevilla FC!